« El
futuro empieza ahora » reza el titular de la crónica
que firma el periodista Juan M. Muňoz
desde Trípoli
para El País. Suena bien,
sin embargo no puedo evitar que se me coja un nudo en el estómago y
un escalofrío me trepe por la espalda. Empiezo a leer y la primera
frase me deja helada : « Trípoli se parece a Bagdad
(...) ». Ahí está, escrito en letras de imprenta. Justo lo
que me temía, la pesadilla hecha realidad : antes fue Irak,
ahora Libia... pero no seamos agoreros, sigamos leyendo : « en
Trípoli la inmensa mayoría de la gente es feliz ». Me alegro
mucho, de todo corazón, aunque recuerdo que también los iraquíes
estaban exhultantes el día en que acorralaron a Sadam... No les duró
mucho, más o menos hasta que Paul Bremer llegó a Bagdad.
Sigue
el artículo : « No queremos derrocar a Muamar el Gadafi
porque sí. Lo necesitamos para desarrollar el país » y ahí
es donde se pone interesante el asunto. Tras una guerra (de la que la
opinión pública mundial ha tenido una información intermitente,
marcada por la dictadura de la actualidad) se impone una
reconstrucción en múltiples y trascendentales niveles. Eso es lo
que yo quiero saber, ¿cómo se va a desarrollar Libia ? ¿cuál
es el futuro político, social y económico de este país ?
Se
presupone que tras 42 aňos de « dictadura » (lo pongo
entrecomillas porque según soplara el viento en las grandes
potencias mundiales, Gadafi ha pasado de ser socio o amigo a ser el
malvado tirano « que mantuvo
a la sociedad paralizada de miedo »), el pueblo libio se merece
una democracia. Y no cualquier democracia, aňado yo, una
« democracia REAL ». Sin embargo, tengo miedo de que no
les dé tiempo a implantarla antes de que no les quede nada que
gobernar...
Antes
de seguir, tengo que hacer una confesión que aclarará la
procedencia de mi temor y de mi desconfianza ante los acontecimientos
en Libia : estoy leyendo el impresionante estudio de la
periodista canadiense Naomi Klein titulado La
doctrina del shock. Elauge del capitalismo del desastre (en
mi opinión, una investigación de obligada lectura).
Concretamente
acabo de terminar el capítulo referido a Irak donde se describe con
todo lujo de detalles y de datos cómo Estados Unidos arrancó de las
manos del pueblo iraquí su futuro, sus recursos, sus ansias de
democracia y, por su puesto, su gobierno y lo que éste contenía,
gestionaba, o representaba. Hasta el día de hoy, se mantiene la
« ocupación » y la resistencia iraquí no ceja en su
empeňo de recuperar el control de su país y de su futuro.
Con estos antecedentes tan
cercanos y recientes, me resulta imposible no plantearme este
paralelismo. Más aun tras escuchar las declaraciones de un portavoz
del CNT (Consejo Nacional de Transición libio) en las que describe
sus relaciones con EEUU y otras potencias mundiales de « estrecha
amistad ». Cuidado, cuidado... me nace decirles. Sean
precavidos, nadie da nada a cambio de nada... Pongan a buen recaudo
su petróleo, que estos amigos tan simpáticos vienen con sed de oro
negro.
Nadie
da nada a cambio de nada... Y el pueblo libio, sin haber terminado de
pasar la página del régimen Gadafi, ya empieza a tener cuentas
pendientes con varios acreedores : la UE, la ONU, el Banco
Mundial y otros actores internacionales. No lo digo yo, lo dice la
prensa:
Especial
atención merecen el cuarto y el séptimo párrafos ; me
gustaría mucho poder leer esa « Hoja de ruta » y ver en
qué consiste esa « nueva Libia » de la que hablan.
Supongo que a los libios también les interesará... aunque quizás
no tanto como sobrevivir a esta guerra civil en la que están
inmersos.
Y
si aun nos quedaba alguna duda acerca de cómo será la Libia del
futuro... ahí está el jefe del CNT libio para tranquilizarnos...
De
ahí
el miedo y la desconfianza. De ahí
esta reflexión
que no pretende ser ni exhaustiva ni objetiva pero que sí
persigue un objetivo : invitaros a mantener los ojos puestos
sobre este asunto, la reconstrucción
de Libia, pues estamos en un punto crucial del proceso. Ya lo dijo un
delegado en la conferencia « Reconstruyendo
Irak 2 »
celebrada en Washington D.C. Y recogida por Klein en su libro :
« El mejor momento para invertir es cuando la sangre todavía
está
fresca » .
El
futuro para Libia comienza ahora... esperemos que también para el
pueblo libio.